Entrena tu mente [Train Your Mind]

Hace unos meses me encontraba a bordo de un avión de hélice abarrotado con destino a la pequeña ciudad de Canbrook, en la Columbia británica canadiense. Es una población de unos 20.000 habitantes. El pasaje, procedente de Vancouver, era una mezcla ecléctica de comerciantes, empresarios y jubilados que se habían mudado a Canbrook para huir de la gran ciudad y disfrutar de una vida tranquila al pie de las sosegadas montañas rocosas del oeste de Canadá. Junto a mí iba sentado un hombre de unos 60 años que al comienzo del vuelo se mostró tan amable, simbático y conversador como puede ser un canadiense. Durante la hora que duró el vuelo mantuvimos la típica conversación trivial a bordo de un avión, en la que hablas con la persona que tienes al lado acerca del trabajo, el tiempo y el lugar al que cada cual se dirige, sin siquiera preguntarse el nombre de pila. Todo fue bastante agradable hasta que la conversación giró en torno al propósito de nuestro viaje a Canbrook. Él iba por trabajo, yo iba para un retiro de meditación silenciosa en solitario de una semana en una pequeña cabaña en las montañas. Cuando hablas sobre la meditación te enfrentas a un verdadero reto. Si mencionas la palabra meditación a cinco personas diferentes, a cada una le vendrá a la mente una cosa completamente distinta. La gente en general tiene muchos prejuicios sobre lo que es la meditación. A una de esas cinco personas le podría evocar la imagen de un monje meditando en una cueva en la India, completamente ajeno al mundo exterior. A otra, la de un hippie con chaleco y pantalones de campana, sentado con las piernas cruzadas frente a un incensario. A la tercera, la de un grupo sentado en círculo, cantando mantras en una lengua antigua, como el Pali. A la cuarta, la de un deportista sentado tranquilamente con los ojos cerrados en el vestuario antes de un partido importante. Y a la quinta, que tiene interés en la meditación por razones de productividad, la imagen de una ejecutiva muy ocupada meditando sentada en un cojín después del trabajo. Meditación es un término con tantos significados que el simple hecho de oír la palabra desanima, atrae, confunde o entusiasma a distintas personas. Me he dado cuenta de que la mayoría de la gente cae en una de tres categorías con respecto a su predisposición hacia la meditación. 1. La primera categoría es la de las personas que ya practican o han practicado la meditación y el mindfulness. Como te imaginarás, están bastante dispuestas a escuchar los beneficios de la meditación a nivel práctico. Si por casualidad tú perteneces a esta categoría, independientemente de la razón por la que hayas decidido meditar, espero que este libro te motive a avanzar en tu ritual y a ver la práctica bajo una nueva luz. 2. La segunda categoría es la de las personas que sienten curiosidad por la meditación o simplemente están dispuestas a probarla. Mi impresión es que lo están especialmente después de saber de sus beneficios prácticos y tácticos. Escribí Entrena tu mente pensando en gran medida en estas personas. Si perteneces a esta categoría, espero que este retiro te enseñe todo lo necesario para que empieces a meditar. 3. La tercera categoría es la de las personas a las que la sola mención de la meditación o el mindfulness les produce rechazo a su práctica. Por lo general, están convencidas erróneamente de que tiene que ser algo religioso, espiritual o poco convencional, y por lo tanto no es para ellas. Aunque es poco probable que tú caigas en esta categoría, cabe señalar que el número de personas que meditan ha crecido a pasos agigantados en los últimos años, lo que sugiere que la práctica se ha ganado a algunos escépticos. Por desgracia para mí, mi vecino de asiento en el avión entraba de lleno en esta categoría hasta el punto de resultar cómico. Después de mencionar que iba a un retiro de meditación, se apresuró a suponer que yo formaba parte de una secta y empezó a hacerme preguntas como ¿en ese centro de retiro se hacen beber algún alucinógeno? ¿Qué porcentaje de tus ingresos tienes que darle a tu líder espiritual cada mes? Sabes que estás a tiempo de salir de ahí, ¿verdad? Si bien sus prejuicios en torno a la meditación probablemente son un poco más retorcidos que los de la media, quizá incluso de un modo hilarante, dejan claro un dato muy importante, que mi vecino de asiento en el avión era un auténtico cretino. No, es broma. Ya, en serio, lo que vale la pena destacar es que sus palabras ilustran que todo el mundo llega a la práctica con una idea diferente de lo que se puede esperar de ella. Entonces, ¿qué deberías esperar tú?